Probióticos y Alergias
Resumen del taller que realizó el Dr. Ojeda en la 10ª Reunión de la Sociedad Española de Prebióticos y Probióticos (SEPYP) 10º sobre el empleo de probióticos para las enfermedades alérgicas, cuya presentación se puede descargar aquí,
Puntos clave
- Las hipótesis que tratan de explicar por qué estamos asistiendo a un notable incremento de las enfermedades alérgicas en estos últimos decenios.
- Los argumentos biológicos que respaldan el empleo de probióticos para modular la respuesta inmunitaria alérgica.
- Las pruebas científicas disponibles que apoyan el empleo de probióticos en el tratamiento y la prevención de las enfermedades alérgicas.
- La experiencia práctica y protocolos de empleo de probióticos para el manejo de las enfermedades alérgicas en la Clínica Ojeda.
Aumento de enfermedades alérgicas y su gravedad. Hipótesis
Con respecto, al primer punto, los datos epidemiológicos señalan un aumento de las enfermedades alérgicas desde la mitad del siglo XX, así como de su gravedad. Un estudio del alergólogo español Miguel Ángel Tejedor observa un aumento de las asistencias a urgencias por anafilaxia, más marcadamente en las poblaciones de pacientes más pequeños (de 0 a 4 años). Estudios anglosajones, han destacado el aumento muy notorio de los ingresos por asma en la población infantil.
Hipótesis de la higiene y revisiones
Una publicación muy interesante del Dr. Platt Mills aporta los argumentos que, a su juicio, podrían estar influyendo en este cambio epidemiológico. Los principales elementos son:
– cambios en las condiciones higiénicas: mayor higienización de las redes de agua, higienización de alimentos, higienización de chupetes y biberones, aumento de la frecuencia de baño y uso de jabones y detergentes, etc.
– cambios en los hábitos alimenticios: mayor consumo de alimentos manufacturados lo que podrá, en parte, cambiar la alergenicidad de las proteínas alimentarias.
– cambios en el estilo de vida: menor cantidad de horas de juegos al aire libre, lo que condiciona un uso más superficial del sistema respiratorio y una mayor exposición a alérgenos domiciliarios, etc.
– cambios en los hábitos sanitarios: mayor uso de antibióticos en bebés y niños pequeños, mayor inmunización preventiva, mayor tasa de partos por cesárea, etc.
Las hipótesis que se han ido barajando a este respecto comenzaron con la hipótesis de la higiene propugnada por el Dr. Strachan en 1989. De forma muy resumida, el menor tamaño de las familias condicionaría el que los niños estén menos expuestos a infecciones y, por tanto, habría una menor desviación del sistema inmunitario desde una configuración pro-alérgica (que es la configuración que tiene el sistema inmunitario del feto para evitar el rechazo por parte del sistema inmunitario materno) hacia una configuración de estimulación de las vías de tolerancia inmunológica.
El propio Strachan reformuló esta hipótesis unos años más tarde al darse cuenta de que otros factores como higienización, empleo de antibióticos, etc. podrían estar interviniendo.
Hipótesis de los «viejos amigos»
En 2012, al ver que no todo se podía explicar por la hipótesis de la higiene, se formuló la hipótesis de los «viejos amigos». Esta hipótesis preconizaba que la disminución de infecciones por gérmenes con los que el ser humano había convivido tradicionalmente, especialmente las infecciones por parásitos helmintos (que tienen un efecto inmunosupresor), disminuiría esta desviación de la configuración pro-alérgica (perfil Th2 y Th17) hacia el perfil de tolerancia inmunológica (perfil Th1, estimulación de linfocitos T reguladores).
Hipótesis de la biodiversidad
Más recientemente, se trabaja con la hipótesis de la biodiversidad. Esta hipótesis propugna que la adquisición de una microbiota (conjunto de microorganismos que viven en la piel y mucosas de un individuo) menos diversa sería menos eficaz a la hora de producir esta desviación de la configuración del sistema inmunitario del recién nacido.
La hipótesis se basa en estudios de correlación inversa entre índices de biodiversidad microbiológica del planeta y de fuentes de agua y el aumento de enfermedades debidas a una disregulación del sistema inmunitario, entre ellas la rinitis alérgica y el asma, pero también de las enfermedades autoinmunitarias.
También, estudios epidemiológicos de campo (Parsifal y Gabriela) han evidenciado que los niños que crecen en granjas con una exposición habitual a una mayor diversidad de endotoxinas microbianas desarrollan muchas menos enfermedades alérgicas que los niños de ambientes urbanos e incluso que los niños de poblaciones rurales pero que no viven en granjas.
Otros estudios han puesto de manifiesto que factores como limpiar el chupete de los niños (en oposición a hervirlo), lavar la vajilla a mano (en oposición a con lavaplatos automático), tomar alimentos frescos directamente del cultivo y alimentos fermentados (en oposición a consumir alimentos ya manipulados y no consumir alimentos fermentados), parto por vía natural (en oposición a parto por cesárea) protegen frente al desarrollo de alergias en bebés de riesgo alérgico (= con progenitores y/o hermanos mayores alérgicos).
Sobre esta base, y dado que es muy difícil hacer un cambio drástico de los estilos de vida de las poblaciones a gran escala, se preconiza que el uso de probióticos (bacterias comensales con efectos beneficiosos para la salud) podría favorecer la adquisición de una microbiota más protectora que indujese este cambio de configuración del sistema inmunitario del bebé desde un estado proalérgico hacia un estado de estimulación de la tolerancia inmunológica a alérgenos alimentarios y ambientales.
Probióticos y alergias. Argumentos biológicos a favor
Los datos biológicos que respaldan el efecto beneficioso de determinados probióticos son que una microbiota mucosa más diversa (que vendría favorecida por consumo de dieta rica en fibra fermentable y de alimentos fermentados) disminuye la posibilidad de colonización por bacterias patógenas y favorece la función barrera de las mucosas (y de la piel).
Esta función barrera conservada favorece que la exposición a antígenos bacterianos y alimentarios se haga a través del inflamasoma, un sistema fisiológico de presentación de antígenos al sistema inmunitario cuyas señales inmunitarias activan la tolerancia inmunológica y favorecen el desarrollo de moléculas como la interleucina-22 (IL-22), consideradas como defensinas (moléculas de defensa de mucosas).
Sin embargo, una microbiota mucosa alterada condicionaría una alteración de la función barrera, un paso alterado de antígenos microbianos a través de las barreras, cortocircuitando el inflamasoma y activando el sistema inmunitario de forma distinta, hacia un perfil Th-2, por la liberación de moléculas denominadas “alarminas”.
Se ha podido observar que cepas probióticas concretas tienen efectos concretos sobre la respuesta inmunitaria y, en concreto, Lactobacillus rhamnosus GG parece ser uno de los microorganismos más interesantes en la modulación de la respuesta alérgica.
Probióticos y alergias. Evidencia científica
Con respecto a la evidencia científica disponible para el empleo de probióticos en las enfermedades alérgicas, son ya numerosos los estudios que se han realizado y hay ya un número considerable de metanálisis (análisis sistematizado de datos agrupados procedentes de diferentes estudios) publicados. No es la intención de este post revisarlos de forma pormenorizada y, a modo de resumen, las principales conclusiones son éstas:
– Probióticos para el tratamiento de la dermatitis atópica
Los metanálisis han demostrado efecto en la mejoría del curso clínico de la dermatitis atópica en adultos y niños mayores (no así en lactantes) y sobre todo cuando se emplean mezclas de probióticos con lactobacilos y bifidobacterias en oposición a productos monocepa. De todas maneras, los resultados son heterogéneos.
– Uso de probióticos y tratamiento de la rinitis alérgica
En este caso, los metanálisis han demostrado una mejoría en la puntuación de síntomas nasales y oculares y en parámetros de calidad de vida, con mayor consistencia de los resultados cuando se ha empleado Lactobacillus paracasei 33. Algún estudio aislado también ha demostrado un efecto beneficioso en rinitis eosinofílica no alérgica con un producto concreto (Polagen®).
– Probióticos para el tratamiento del asma
De momento los estudios no han demostrado beneficios en este aspecto. Sin embargo, estudios más recientes sí están demostrando una microbiota alterada en los bronquios de pacientes con asma grave y un mayor conocimiento de la microbiota normal bronquial podría conducir al desarrollo de probióticos más específicos para esta enfermedad.
Por otro lado, un metanálisis de 23 estudios clínicos en niños han demostrado que el empleo de probióticos disminuye la tasa de infecciones respiratorias y el absentismo escolar por este motivo.
Estos datos animan al empleo de probióticos de forma preventiva en aquellos niños que tengan reagudizaciones frecuentes de su asma por infecciones respiratorias.
– Alergia alimentaria y probióticos
En el campo de la alergia alimentaria, un estudio del Dr. Walter Canani ha demostrado que la suplementación de la dieta de bebés con alergia o intolerancia a proteínas de leche de vaca (PLV) con una fórmula hidrolizada extensa de PLV y L. rhamnosus GG aumentó muy notablemente las tasas de adquisición de tolerancia a la leche de vaca a los 6 y 12 meses en comparación con administrar sólo la fórmula altamente hidrolizada sin probiótico.
Otro estudio ha demostrado que L. rhamnosus GG podría aumentar la tasa de tolerancia permanente en niños alérgicos a cacahuete sometidos a un tratamiento de desensibilización a cacahuete.
– Con respecto a la prevención primaria y secundaria, los estudios apuntan que:
- La toma de probióticos de forma prenatal (= a la madre gestante en el tercer trimestre del embarazo) y posnatal (= al bebé recién nacido con riesgo alérgico, durante los primeros meses de vida) protege frente al desarrollo de eccema atópico; no así si la toma se hace únicamente pre o posnatalmente.
- No se ha demostrado de momento efecto claro preventivo en el desarrollo de rinitis o asma, si bien el estudio de Canani demostró que los bebés que habían sido alimentados con la fórmula de leche hidrolizada más probiótico redujeron en un 25% la tasa de desarrollo de alguna manifestación alérgica a los 3 años de vida en comparación con aquellos que sólo recibieron la fórmula de leche hidrolizada sin probiótico.
- Parece que el empleo de probióticos pre y posnatalmente también podría disminuir la tasa de sensibilizaciones (=desarrollo de anticuerpos de alergia) frente a alimentos.
Protocolos y experiencia práctica del uso de probióticos en el manejo de las enfermedades alérgicas en Clínica Ojeda
Sobre la base de todas estas pruebas científicas, en la Clínica Ojeda establecimos hace unos años protocolos de uso de probióticos para el tratamiento de enfermedades alérgicas e instauramos el programa PEPPA (Programa Especial de Prevención Primaria de la Alergia) que incorpora el empleo de probióticos pre y posnatalmente en bebés de riesgo alérgico, además de otras medidas contrastadas que podrían prevenir el desarrollo de enfermedades alérgicas.
Nuestro agradecimiento al científico ruso Iliá Méchnikov, a quien le fuera otorgado el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1908 por sus investigaciones en el campo de la fagocitosis, pero que también se interesó por la microbiota intestinal y su modulación para prolongar la longevidad y a quien se le considera el padre de esta nueva rama de la Medicina.
Dr. Pedro Ojeda
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